pack 2 personas (gastronómico)
(Duración de 4 días, 4 comidas y 4 cenas, las consumiciones no vienen incluidas, únicamente la reserva). RESTAURANTES: -PAPÚA: La jungla y sus animales exóticos han llegado a Madrid. Y sus cócteles (uno hay que tomarse que los prepara Daniel Regajo, antes en buenos sitios como StreetXO), su ambiente relajado de día y animado de noche, sus postres coloristas y una carta llena de aciertos. A los fogones está el joven chef Andrés Castaño, reclutado del aplaudido Cebo de Aurelio Morales (1 estrella Michelin). Con estos mimbres, muchas plantas y un espacio amplio/cómodo han armado Jorge Rivero Prados y Noel Duque Martínez el nuevo place to be de la capital. -BEL MONDO: Cada elaboración de Ciro Cristiano, el chef napolitano de la casa, tiene un ingrediente estrella;desde lostomates San Marzano de Paolo Ruggiero hasta la increíble mozzarella di buffala de Salvatore Corso. En la carta hay todo lo que esperas en una trattoria y más (de hecho, hay pizza de borde esponjoso y varias apuestas más allá de la icónica margarita). Puedes empezar con una frittatina, la prima de las croquetas con corazón de mozzarella y prosciutto, y acabar en el siempre ineludible tiramisú. -UMO: Casa de comidas del Japón lo han subtitulado. Parece un chiste interno a juzgar por las hercúleas dimensiones del espacio, el nivel de su bodega y la versatilidad de una propuesta culinaria a la que se suman habituales fuera de carta. Robata y magníficos nigiris, piezas centrales de un proyecto que conducen los hábiles Hugo Muñoz y Mariano Barrero. Conquistará a la hermana más cosmopolita. -DON LAY: Aquel querido pero malogrado Don Lay a un paso del puente de Segovia, ese comedor interminable de mesas con bandeja giratoria, reaparece, a los mandos de su gran valedora, Nieves Ye, convertido en un cisne. El mismo cisne que, magistralmente hojaldrado y servido a los postres, ejemplifica su vibrante, refinada y suculenta cocina cantonesa (con alguna mirada a Sichuan, que siempre encuentra uno entregados amantes del picante). -CARBÓN NEGRO: Grandes dimensiones (espectacular cocina, dos pisos, ventanales infinitos...) para un gran cocinero, un chef con oficio, un apasionado que ha reclutado proveedores a lo largo del país, principalmente de la cornisa norte. Del Jaizkibel, monte que asoma al mar y a Hondarribia, al calor de las brasas crepitantes baja su chuleta de vaca vieja (40-45 días de maduración), un extraordinario fin de fiesta que podéis arrancar con una chistorra de Arbizu y alguna verdura sobresaliente, todo marcado a la parrilla. Sensatez , pulcritud y rigor. La tarta de queso se lleva la posdata. -LE BISTROMAN: Nada igual por estos lares. El sueño hecho realidad de García Marinelli lo hilvana con elegancia, criterio y rigor Stephane del Río. Sobre la excelsa partitura que ofrece la cocina francesa -estos meses transitan por sabores provenzales-, sus interpretaciones del onglet o la mítica bullabesa dejan poso. Cuando reinen las aves en su despensa, saldréis cantando La marsellesa abráis o no una botella de champán. Imprescindible la sección dulce. -ABOLEA: La tendencia de lo saludable ha llegado para quedarse y son muchos los espacios gastronómicos que han nacido con este concepto como bandera, como es el caso de Abolea. Colorido, coqueto y abierto, este restaurante es una muestra de cómo es posible darse un homenaje equilibradamente nutricional y que el paladar disfrute a lo grande. -OVILLO: Javier Múñoz-Calero en su mejor y más ponderada expresión, fruto de incontables experiencias y muchos viajes (Francia, Suiza, Tailandia o País Vasco). Un proyecto, sin duda, profundamente personal en el que es chef y propietario ha volcado todo lo que lleva dentro. "Me he quitado todos esos miedos con los que he vivido profesionalmente y he querido caminar al filo del abismo, sin recetas". La sorpresa es parte de la comanda, de su filosofía, de su actitud presente. Ha escogido el local, supervisado la arquitectura, concebido la carta y seleccionado los vinos. El producto y la estación mandan y el mercado dicta los platos del día, un pilar que marca el trabajo y el cáracter de su propuesta, una vía que sabe interpretar su plantilla, jóvenes del programa Cocina Conciencia de la Fundación Raíces. "Ahora es tiempo de arriesgar; la gente medita bien dónde gastarse el dinero. Quedarán los que personalicen sus negocios y creen una experiencia diferente. Fue un drama abrir el sueño de mi vida y tener que cerrar a los cuatro meses. Este otoño ha sido como volver a empezar pero analizados todos los errores; soy un inconformista solo en lo profesional".